La discusión sobre la reforma al poder judicial desató una oleada de protestas fuera del Senado, reflejando un clima de alta tensión y agitación. Un grupo de manifestantes, preocupado por las posibles repercusiones de la reforma, intentó ingresar a la antigua sede del Senado, provocando una respuesta inmediata de las autoridades. Desde temprano, se vivió un ambiente cargado de descontento, con pancartas y consignas que clamaban por la preservación de la autonomía judicial, a la que consideran amenazada por la reforma propuesta.

El operativo de seguridad fue robusto, diseñado para evitar que los manifestantes lograran acceder al recinto. Sin embargo, a pesar de las medidas preventivas, los manifestantes lograron aproximarse a las puertas del Senado antes de ser bloqueados por los agentes de seguridad. La situación se volvió más tensa a medida que los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden se intensificaron, resultando en varios arrestos.

La reforma en discusión ha generado un intenso debate sobre sus posibles efectos en la independencia del poder judicial. Los detractores de la reforma argumentan que esta podría debilitar el sistema judicial, erosionando así los pilares de la democracia. En respuesta, los senadores continuaron con la discusión en un ambiente cargado de incertidumbre y controversia, con el descontento popular claramente palpable.

Las manifestaciones fuera del Senado sirven como un termómetro del malestar generalizado hacia una iniciativa que muchos ciudadanos consideran perjudicial para el equilibrio de poder y la integridad del sistema judicial. Los organizadores de las protestas han prometido continuar sus acciones hasta que sus exigencias sean atendidas. Mientras tanto, el debate sobre la reforma continúa su curso, y la tensión en las calles muestra que el conflicto entre las autoridades y los ciudadanos podría persistir.