Tras los hechos del 5 de enero en que la ciudad fue nuevamente secuestrada por el narco terrorismo, Sinaloa ha vuelto a su vida rutinaria, sobre todo Culiacán que fue el epicentro de la violencia sin límites que genero la captura de Ovidio Guzmán López.
LA CÁTEDRA
Por: Mario Kato
Se ha regresado esa “normalidad “ que las autoridades presumen con tanta desfachatez y que les urgía instaurar, cabe recordad que para el 6 de enero el gobernador obligó a la mayoría de los trabajadores de gobierno a regresar a sus oficinas, cuando aún el poblado de Jesús María seguía sitiado, e incluso los restos de vehículos calcinados obstaculizaban muchas carreteras y vías en la entidad.
Esa normalidad a la que han vuelto los sinaloenses, es la de 3 o 4 homicidios por día, la tranquila movilización de grupos armados por ciudades y pueblos, los levantones, y el robo de carros con violencia.
El 6 de enero se anunció la llegada de refuerzos para mantener la “calma” ante posibles reacciones del Cártel, específicamente de la facción de los Guzmán, según las autoridades hay 3500 efectivos de la SEDENA en Sinaloa…
¿Qué estarán haciendo? Porque la criminalidad sigue tan “normal” como antes de que ellos llegarán a “reforzar” la seguridad pública. A esta normalidad ahora debemos sumarle pequeños actos de terror que quien sabe con que propósito los delincuentes han comenzado a ejercer.
El fin de semana hubo una amenaza de bomba en un centro comercial, hace un par de días lanzaron “poncha llantas” en uno de los bulevares más transitados de Culiacán, y ayer martes 24 de enero, un bidón con sustancias extrañas fue dejado a las afueras de un Colegio, resultó ser grasa de liposucción y se especula que el recipiente cayó “accidentalmente” en el lugar.
Para cerrar el día hubo un enfrentamiento en la zona céntrica de Culiacán, un grupo armado atacó a una patrulla de la Guardia Nacional en la colonia Miguel Alemán, lo enfrentamientos en estos lugares tan transitados suelen darse raramente, los ataques entre autoridades y criminales suelen darse en las zonas rurales o periferias.
En resumen, Sinaloa regresó a su realidad de violencia normalizada pero “controlada”, en la que la mayoría de la población puede realizar sus actividades; Sin embargo, hay 3500 militares que no sabemos en que enfocan sus esfuerzos, instituciones policiales que parece están escondidas desde el 5 de enero y una delincuencia organizada aparentemente al acecho.
En 2019 quedó claro que en el momento que lo desee el narco puede tomar la ciudad para imponer su ley por encima del estado mexicano, este 2023, refrendaron lo mismo, aunque hayan fracasado en su objetivo. Entre un Culiacanazo y otro hubo solo 4 años, ¿Nos enfrentaremos a otro escenario similar en el mediano plazo?
Los gobiernos de morena muestran alegres estadísticas que la realidad pulveriza, no terminaba el gobernador de presumir la supuesta baja en homicidios, cuando el 1 de enero una bala perdida arrancó la vida a un menor de edad, y cuatro días después vino el caos por la captura ya mencionada.
Seguimos sin ver una estrategia clara e integral para la seguridad pública, la relación cada vez más cercana y común entre los líderes del narco y la clase política, la militarización y narcocultura son ingredientes que hacen ver como imposible la pacificación de Sinaloa, por lo menos en el corto y mediano plazo.