Después de la aprobación del organismo de control nuclear de las Naciones Unidas, Japón se prepara para iniciar la liberación de agua radiactiva tratada en el océano. Este plan, que ha generado controversia, llega 12 años después del desastre nuclear de Fukushima.
En un controvertido plan que ha estado en desarrollo durante años, el ministro de Medio Ambiente de Japón declaró en 2019 que no había más opciones viables debido a la escasez de espacio para contener las aguas residuales contaminadas.
En línea con esto, Rafael Grossi, el jefe del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA), llegó a Japón el martes para visitar Fukushima y presentar la revisión de seguridad del organismo de la ONU al primer ministro Fumio Kishida.
Protestas
Sin embargo, la aprobación de la ONU no ha logrado calmar las preocupaciones tanto de los residentes de los países vecinos como de los pescadores locales, quienes aún sienten los efectos del desastre ocurrido en 2011.
Algunos han cuestionado las conclusiones del IAEA, y recientemente, China afirmó que la evaluación del grupo “no es una prueba de la legalidad y legitimidad” de la liberación de las aguas residuales de Fukushima.
La liberación de agua radiactiva tratada en el océano sigue generando un intenso debate y preocupación a nivel local e internacional.
Según informes de Reuters, la autoridad pesquera de Corea también anunció su compromiso de intensificar las medidas de control de la radiactividad en las granjas de sal y mantener la prohibición de consumir mariscos provenientes de las aguas cercanas a Fukushima.
En respuesta al plan, los ciudadanos coreanos han llevado a cabo protestas, incluyendo manifestaciones frente a la embajada japonesa en Seúl, donde algunos han optado por usar máscaras de gas como símbolo de su preocupación.
¿Cuál es la razón detrás de esta acción?
La necesidad de tomar esta acción se origina en los eventos catastróficos ocurridos en 2011, cuando un terremoto y un tsunami devastador dañaron los sistemas de suministro eléctrico y refrigeración de la planta nuclear de Fukushima.
Como resultado, los núcleos de los reactores se sobrecalentaron y el agua de la central se contaminó con material altamente radiactivo.
Desde entonces, se ha estado bombeando agua nueva para enfriar los restos de combustible de los reactores dañados. Al mismo tiempo, las aguas subterráneas y pluviales se han filtrado, generando un aumento en las aguas residuales radiactivas que ahora requieren almacenamiento y tratamiento.
Esta situación ha llevado a la necesidad de buscar soluciones para gestionar de manera segura y efectiva estas aguas residuales.
¿Cuáles son las posibles implicaciones y peligros asociados?
Según TEPCO, las aguas residuales radiactivas contienen algunos elementos peligrosos, pero la mayoría de ellos pueden ser eliminados del agua.
Sin embargo, el verdadero desafío radica en el tritio radiactivo, un isótopo de hidrógeno que no se puede eliminar con la tecnología actualmente disponible.
El gobierno japonés y la IAEA aseguran que el agua contaminada se diluirá considerablemente y se liberará de manera gradual a lo largo de varias décadas.
Afirman que la concentración de tritio liberado estaría dentro o por debajo de los límites permitidos por otros países, cumpliendo con las normas internacionales de seguridad y medio ambiente.
FUENTE: cnnespanol.cnn.com