¿Quién mató a mi padre? Quince años sin justicia para él

¿Quién mató a mi padre? Quince años sin justicia para él

¿Quién mató a mi padre? Es una duda que de vez en cuando asalta mi cabeza… Para qué, simplemente por la necesidad de saber la verdad, de saber qué pasó, de saber las razones si es que las hubo, sin afán de rencores, sin afán de venganza, simplemente por el hecho de que para que haya justicia se tiene que conocer la verdad y creo que mi padre merece justicia, pues dejó su vida luchando precisamente por una sociedad más justa.

 

LA CÁTEDRA 

Por: Mario Kato

 

 

Era un jueves 10 de julio, año 2008, esa mañana despedí a mi padre de un beso en la mejilla como muchas otras, nunca pensé que fuera el último, me pidió que llevara a mi hermana a sus clases de inglés, que él pasaría por ella.

Lo dejé en la cocina preparándose una especie de malteada de chocolate, era lo que nos tocaba de desayuno, en una dieta que me recetaron porque a mis 21 años con mi obesidad mórbida estaba pasando por un problema de lumbares y toda mi familia me acompañó en un proceso alimenticio.

Después, vino una vorágine de sucesos de los cuales tengo recuerdos muy difusos pero dolorosos, mi hermana me llamó para decirme que mi padre no había pasado por ella, que en aquel tiempo por un radio Nextel que ella portaba alguien le había avisado que mi padre había sido herido que estaba en el seguro social que solo le habían dado en un brazo.

La terrible verdad se fue desmenuzando poco a poco y en pausas más tarde otra llamada, la herida no era solo en un brazo, también en la cabeza y en el pecho, cuando llegamos al seguro social ya estaba ahí mi madre quien había recibido la noticia de manera fortuita por un vecino al que al parecer le tocó ver el momento del ataque.

Una vez en el hospital, otra nueva pista desagradable, no era solo una herida en el brazo y no era solo un balazo en la cabeza, eran varios tiros en diferentes partes del cuerpo, mi padre estaba en el quirófano debatiéndose entre la vida y la muerte, duró 3 horas oficialmente, es difícil saber realmente cuánto resistió, pero un grupo de compañeros lo levantaron herido alrededor de las 12 del día y lo trasladaron en una patrulla al Hospital regional del IMSS de Culiacán.

Algunos periodistas mencionan que ese fue uno de los días más violentos en Culiacán; pero además tenía un terrible ingrediente, la mayoría de las víctimas eran gente completamente inocente, ese día minutos antes de que atacaran a mi padre, en un taller mecánico asesinaron a un joven de solo 16 años y a dos personas dedicadas a dar cátedra en la Universidad Autónoma de Sinaloa, el resto de las víctimas de ese taller que sumaron nueve en total, eran simples trabajadores que pagaron las consecuencias de trabajar para un patrón relacionado al narcotráfico.

Han pasado 15 años de ese suceso, mi padre y el resto de las once víctimas de ese jueves negro no tienen justicia, las carpetas están empolvadas en alguna archivero de la fiscalía general de Sinaloa y de la fiscalía general de la república, en el caso de mi padre en esta última, ya que al ser un delito federal el asesinar a un policía el caso fue atraído por las autoridades federales.

Culiacán sigue siendo el mismo desde aquel 2008, siguen apareciendo personas muertas, siguen archivándose carpetas, siguen quedando inocentes en medio del camino como víctimas involuntarias de una guerra de egos y de ambiciones por la siempre dicha de haber nacido en un lugar donde también se le ocurrió nacer a un puñado de delincuentes, a los que lamentablemente una parte de la sociedad idolatra y a los que condenablemente la clase política tiene como socios.

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