María Luisa es una mujer indígena que vivía en Juan José Ríos, trabajaba como jornalera, tenía dos hijos, una pequeña que aparecería muerta a las orillas de un dren y Peter un niño al que se le conoce por vender dulces en las calles de el próximo municipio número 20 de Sinaloa.
María Luisa y sus hijos son víctimas de la cultura de la explotación en los campos agrícolas de Sinaloa, esa que ha llenado los bolsillos de los agricultores más famosos y glamurosos del estado.
Es por eso que el gobierno, no solo el actual sino todos los anteriores se han hecho pendejos para regular las condiciones en las que viven los jornaleros en los campos agrícolas sinaloenses, porque quienes se benefician con el trabajo y la explotación de ellos, son quienes patrocinan las campañas de los gobernadores.
Para colmo, la vida de María Luisa se llena de tragedia no solo llegó a un estado donde el gobierno permite la explotación para favorecer a una cúpula agrícola, sino que además llegó a un estado donde la violencia está completamente normalizada y donde las mujeres suelen ser objetos de una misoginia perpetuada desde el narcopoder.
A María Luisa se le acusó de asesinar a su hija en un caso lleno de misterio y de dudas, la niña fue encontrada sin vida a la orilla de un dren, primero se reportó que tenía heridas, después se negó dicha situación y se dijo que había muerto de una cuestión respiratoria.
Al tiempo se volvió a tocar la versión de las heridas y se culpó a María Luisa su madre de haberla asesinado.
Desde el primer momento en que las autoridades tuvieron contacto con esta mujer de origen indígena que no hablaba bien el español según el testimonio de algunas trabajadoras sociales que pertenecen a la secretaría de la mujer, se detectó en ella posibles padecimientos mentales.
A pesar de eso, de una posible condición psiquiátrica el ministerio público decidió enviarla a prisión debido a que había supuestos indicios de que ella había matado a su hija a esa pequeña de tan solo 7 años.
Es obligación del ministerio público establecer si una persona tiene la capacidad psicológica y emocional para estar en el cautiverio de una prisión, hoy mismo lo corroboró el secretario general de gobierno, Enrique Inzunza Cázares, aunque no lo hizo con fines ilustrativos sino más bien con la intención de lavarle las manos al gobierno en este caso de brutal negligencia.
En resumen a María Luisa la acusaron de haber asesinado a su hija sin tener la capacidad lingüística de defenderse, ya que no hablaba bien el español, la enviaron a prisión aún sabiendo que tenía una condición mental posiblemente inestable.
Trágicamente María Luisa apareció muerta en su celda, la versión oficial dice que se quitó la vida con un cinturón que portaba en su vestimenta.
Pero el sospechosismo no deja de existir,, ya que los abogados de María Luisa alegaban que ella necesitaba un traductor para poderse defender y ya que la secretaría de las mujeres había solicitado un día antes un examen psicológico para María Luisa lo cual podría sacarla de prisión.
Es decir, María Luisa podría salir de prisión y poco a poco ir obteniendo las herramientas necesarias para defenderse y para aportar un testimonio que nos podría llevar a la verdad de qué pasó con su hija, que fue asesinada indudablemente y abandonada a las orillas de un dren.
La gran pregunta es ¿En verdad María Luisa fue quien asesinó a su hija? Es una verdad que no sabremos porque ella misma ha perdido la vida ante la ineptitud del estado y de un gobierno que se asumió humanista aunque cada día nos demuestra que es igual y a veces peor que lo que juró combatir.