La nueva entrega de Ghostbusters: un retorno a los años 80 donde la diversión de lo familiar supera la falta de originalidad
La película “Los Cazafantasmas” de 1984, dirigida por Ivan Reitman, representó un cruce inusual entre la aventura como esencia narrativa y el terror asociado a los fantasmas y sus variantes. Su primera entrega sentó las bases de esta dinámica con elementos como el humor, la icónica imagen del auto blanco, los dispositivos para capturar espectros, el ambiente urbano y misterioso de Nueva York, la camaradería y la diversión.
Con el éxito de la película, surgió una secuela que representó una cierta reinvención, adaptándose a los nuevos tiempos marcados por el auge de los superhéroes, como evidenciado por el estreno de “Batman” en 1989 y el desarrollo de la cosmogonía superheroína que seguiría.
“Los Cazafantasmas 2” amplía el mundo paranormal con elementos como ríos que funcionan como portales, fantasmas de condenados y rituales de posesión en museos. Esta nueva perspectiva complejiza el tono más ligero y exploratorio de la primera película, al mismo tiempo que establece los límites de su universo. Tras esta secuela, pasaron años antes de que se intentara una nueva versión, que resultó en la fallida película de Paul Feig en 2016.
“Ghostbusters: Apocalipsis Fantasma” sigue el camino trazado por la secuela de 1989, explorando hasta dónde puede llegar la franquicia “Cazafantasmas” en términos de éxito comercial. Ambientada en Nueva York, la película recrea los estragos causados por los Spangler y las tensiones con el alcalde, así como la presencia de un guerrero antiguo (similar a Vigo, el Cárpato) y la ambición de conquistar el mundo.
Aunque carece de originalidad, compensa con la diversión de lo familiar, reuniendo a los antiguos cazafantasmas en roles protagónicos, como Ray y su librería de ocultismo, Janine Melnitz y el regreso triunfal de Peter Venkman.
Sin embargo, los nuevos personajes como Callie Spangler y Gary Grooberson se diluyen en la trama familiar, mientras que Trevor queda en segundo plano y solo Phoebe encarna la disidencia juvenil con sus intereses científicos y sus encuentros fantasmales. La película, dirigida por Gil Kenan con Jason Reitman como guionista, sirve como un homenaje nostálgico para los espectadores de los 80 y una introducción atractiva para una nueva generación de fans, mostrando la esencia del cine de esa época mientras ofrece una ventana a la juventud de aquellos tiempos.
Fuente de información: La Nación
