China acaba de pisar el acelerador de su ambicioso programa lunar: ha anunciado que planea enviar astronautas a la Luna en 2030 y construir un reactor nuclear para alimentar su futura base lunar en 2035.
Para alcanzar ese alunizaje tripulado, la Agencia China de Exploración Espacial (CMSE) ya está poniendo a punto el cohete Larga Marcha 10, la nave tripulada Mengzhou y el módulo de descenso Lanyue, con pruebas de integración previstas durante los próximos dos años. Las misiones Chang’e-8 (2028) y Chang’e-9 (2029) servirán como ensayos clave para validar sistemas de aterrizaje y soporte vital antes del gran salto en 2030.
En paralelo, Pekín y Moscú ultiman los detalles de la International Lunar Research Station (ILRS), donde un reactor nuclear servirá de fuente estable de energía junto a paneles solares y tuberías de transmisión. Aunque no se ha publicado un cronograma oficial, organizaciones internacionales reúnen a 17 países en pro de este complejo científico, con la planta nuclear prevista “para 2035” como pilar de la infraestructura lunar.
Más allá de la grandeza técnica, China lanza el llamado “Proyecto 555”, invitando a 50 naciones, 500 instituciones y 5 000 investigadores a participar. La meta: convertir la Luna en un laboratorio permanente que complemente los esfuerzos de Artemis de la NASA y siente las bases de futuras misiones a Marte. Entre la Gran Muralla y la Muralla Lunar, Pekín busca dejar huella… ¡en ambos mundos!.
Redacción: #TQHTeam